jueves, 20 de septiembre de 2018

DIARIO #4


Fecha: 28 de agosto

El momento de receso estudiantil ha generado expectativa en la noche de hoy, muchos preparativos técnicos avisan que algún evento se realizará, la constante en los uniformes de educación física dan indicios de que probablemente sea algo recreativo que será aprobado y disfrutado por los estudiantes. Pero en los pasillos se habla de la clase de aérobicos con algunos comentarios despectivos que señalan la resistencia que tienen algunos estudiantes por las actividades extracurriculares que se les plantean.



Terminado el receso cada docente se dirige a su grupo, lo particular del asunto es que cada uno lleva su planilla en mano, al llegar al aula de clase el ambiente se vuelve algo tenso; el docente establece algunos criterios de conducta que se deben tener en cuenta para la clase de aeróbicos que se desarrollará en la cancha deportiva y termina su intervención diciendo: “saben que el que participe tiene su nota (positiva) y quien no también (negativa)”, con esto se trata de movilizar a los jóvenes al espacio indicado pero aún persiste la resistencia, visto más como un acto de rebeldía por la imposición que se hace por parte de los directivos para que se pueda participar de la actividad. 



En este sentido se evidencia el sistema educativo posicionado como algo normalizado y conductivo que, si bien, se aleja de la posible atención a la diversidad sobre las múltiples capacidades que cada uno de los jóvenes tiene innatas y podría desarrollar, trata de otro lado, generar diferentes espacios lúdicos para los educandos aunque algunos de ellos generen rechazo. Por lo que me atrevería incluso a decir que la concepción del actual sistema educativo es un ecosistema perfecto para que los jóvenes se encuentren silenciados e incomprendidos. 


Visto desde otra perspectiva, y hablando de un segundo momento en el que se comienza con la ejecución de la actividad, se evidencia un docente que motiva desde su accionar, que se integra, no solo se dedica a observar y vigilar sino que trata de generar un ambiente más ameno en el que los estudiantes puedan desenvolverse y sentirse comprendidos. En el que la planilla ya no es tan recurrente y se hace notar la empatía que el docente va creando con los estudiantes. Que desde el ámbito pedagógico da apertura a la posibilidad que el maestro acceda al cambio para generar vínculos pedagógicos positivos y descubrir los verdaderos motores de acción de los estudiantes, sus motivaciones, cómo se comunican y qué desean, de no ser así el docente tiende a minusvalorar lo que realmente desea el joven dando por resultado la resistencia al cambio.

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